viernes, 25 de diciembre de 2020

In memoriam: Compañero del alma

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Ha muerto Peralta!. 

Durante más de 30 años fuimos “pareja de hecho laboral”. Tengo que decir que fue un compañero ejemplar, fiel, amable, sin poner jamás ni un “pero” a ninguna tarea, por árida o a destiempo que fuera. Funcionario ejemplar, cumplió las normas y los procedimiento siempre con una sonrisa, escuchando y atendiendo al ciudadano en todo lo que necesitase. 

Amigo entrañable, siempre dispuesto a ayudar en lo que fuera necesario. Cuando alguna vez teníamos diferencias de planteamiento en el enfoque de un expediente o proyecto podríamos discutir con ardor, al punto de sorprender a quien no nos conociese, hasta que llegados a un punto de posible solución uno de los dos decía: venga, vamos a tomar el café, que se nos enfría, y allí volvíamos a la conversación de dos amigos que hablan de los temas cotidianos.

Cuando se hizo cargo de la Escuela Municipal de Salud, con el apoyo de la Concejal Mercedes González, llevó esa institución a las cotas más altas de su historia, dedicándole entusiasmo y trabajo sin límite.

Ha muerto un hombre bueno, en el sentido más pleno de la palabra. Se fue para Allá el día que los creyentes festejamos el nacimiento del Niño Jesús. Estoy seguro que con su presencia el Portal de Belén, aunque pobre y marginal, estará en óptimas condiciones de salubridad.

jueves, 24 de diciembre de 2020

Feliz Navidad

Con Él nació la Esperanza. Nació en la pobreza y la marginalidad.

Nos enseñó como colaborar a construir de Reino de Paz y Fraternidad.

Los oficialistas y los poderosos, ante el temor de ver mermados sus privilegios, lo asesinaron como a un delincuente peligroso.

Pero sus palabras y sus ideas germinaron en la tierra fértil de las muchas gentes buenas, y nunca pasarán. 

El Reino llegará.

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sábado, 19 de diciembre de 2020

Gratitud (I)

Hace no muchas fechas compartía en este trocito de ciberespacio mis impresiones sobre uno de los libros de narrativa más interesantes que había leído últimamente, Luna Invasora y otros cuentos

Ahora el autor, mi buen amigo Publio Lorenzana , excelente escritor, como cualquiera que lea el libro podrá testimoniar, y mejor persona, y su editora, a quien no tengo el placer de conocer, han tenido la gentileza de hacerme formar parte de la campaña promocional navideña del libro con una de esas citadas impresiones.

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Gentileza que sin duda agradezco, pero que me ruboriza al extremo, dados mis compañeros de cartel. Un inexperto y principiante novillero al lado de dos grandes espadas ya consagrados. 

Luis Mateo Díez, uno de mis ídolos literarios, es Académico de número de la Española, doctor honoris causa por la Universidad de León y Premio Nacional de la Letras Españolas, entre otra multitud de merecidísimos premios y reconocimientos. Así pues, que puntos de similitud puedo tener con este maestro de las letras?. Lo único, quizá, que ambos somos funcionarios jubilados de la Administración Local, él en el Ayuntamiento de Madrid y yo en el de Oviedo, y que su reino de Celama fue siempre mi referente de ese territorio imaginario que a fuer del confinamiento pandémico me llevó hasta Pola Seca.

Antonio Pelayo no tengo el honor de conocerlo (todavía!), pero de su curriculum se desprende la grandeza de sus conocimientos y sabiduría (que no siempre es lo mismo), y además siendo amigo de Publio está garantizada su bonhomía.

En definitiva, tres maestros que me honran al poder compartir su espacio y de los que procuraré seguir aprendiendo el arte de poder agradecer a la existencia la posibilidad de vivirla regalando, en el caso de ellos, belleza y motivos de reflexión.

Del libro, por favor, por favor, no se lo pierdan. Se arrepentirían. Excelente regalo de Navidad, con el que además colaborarán con Cáritas.

jueves, 17 de diciembre de 2020

En el Campoamor (XV): Los trabajos de Hércules.



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En esta ocasión podríamos hablar de muchos temas estrictamente musicales. Por ejemplo de la celebración en estos días del 250 aniversario del nacimiento del gran Beethoven, o de la representación por primera vez en nuestro Teatro Campoamor de su única ópera Fidelio, o de su magnífica música orquestal en la que cada nota, como escuché decir alguna vez al maestro Achúcharro, está en el sitio que tiene que estar, o de la no menos grandiosa parte coral.

De todo eso podríamos hablar, así como de la belleza de las voces, de la más que atinada actuación del coro, de la precisa dirección del maestro Marc Piollet, que llevó a la orquesta, nuestra Oviedo Filarmonía , a altas cotas expresivas, bien empastada y con muy adecuados balances. Y también se podía hablar de una escena, dirigida por Joan Anton Rechi , con una acertada intemporalidad, que sin extravagancias ni provocaciones se adecuaba perfectamente a la trama y sus sentimientos.

Respecto del libreto, ya sabemos que en la ópera se producen gran cantidad de licencias poéticas que nos pueden sorprender por aparentemente extemporáneas, e incluso caducas. Pero hemos de esforzarnos en juzgarlas a la luz de las circunstancias de la época referida. En este caso, tenemos la suerte de que el gran Beethoven abarca el final del XVII y principios del XIX, donde se está alumbrando el nuevo mundo de la Ilustración y las Luces, y en el que el genio de Bonn lucha por un mundo que quiere mejor, donde se instauren los valores de la libertad y la igualdad, por lo que la referida intemporalidad escénica está más que justificada.

Otrosí digo que podríamos hablar de todo eso, pero de lo que quiero hablar es del titánico trabajo e insuperable esfuerzo de todo el personal y directiva de la Fundación Ópera de Oviedo, así como de los artistas, dirección musical y de escena, cantantes, músicos, coro, y cuantas personas han colaborado para que estas representaciones hayan sido posibles.

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El león de Nemea, la hidra de Lerna y el jabalí de Erimanto, junto con otras bestias, unieron sus pérfidos esfuerzos bajo la forma de virus coronado, dejando nuestra sociedad, incluida su cultura, cual establo de Augías . Y hubieron de ser los esforzados miembros de la Fundación, junto con todos los anteriormente nombrados los que con titánico esfuerzo, entusiasmo, generosidad sin límites y sin perder nunca la sonrisa, han llevado a buen puerto el hercúleo trabajo, digno de los doce clásicos, de conseguir conciliar en un mismo mes dos títulos simultáneos. Qué yo sepa (y si alguien me corrige, estoy dispuesto a aceptarlo), algo que nunca se había dado en ningún teatro de ópera.

Simplemente queda levantarse el sombrero y exclamar: enhorabuena y muchas gracias.

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