miércoles, 8 de septiembre de 2010

A MI MANERA

"...porque ningún viaje es tan hermoso como aquel que se sueña".  (Dr. Barbado Hernández)

Comparto con muchas personas esa tendencia atávica al viaje, que entiendo como uno de los mejores instrumentos para aprender a crecer, en el conocimiento de lo plural y lo distinto.

Evidentemente hay muchos tipos de viajes, y motivaciones para los mismos. La mayoría de los viajes son exteriores, pero también hay muy valiosos viajes al interior de uno mismo. En cuanto a las motivaciones, unas son decididas por uno mismo (placer, turismo, conocimiento, relaciones familiares, trabajo, etc.), y otras desgraciadamente forzadas por las circunstancias, como los desplazamientos por guerras, catástrofes naturales o esa triste forma de peregrinación que es la emigración.



También creo que el camino, y por lo tanto el viaje, comienza con la preparación, y posteriormente continúa para siempre en el recuerdo. Y, ¿como viajar?. Lo mismo que vivir puede hacerse solo o en compañía, dependiendo tal vez de los gustos y de las circunstancias, y hasta en ocasiones, alternando.

Yo, como muchos españoles (y no españoles), tengo por una de las imagenes del viaje el Camino de Santiago. Así que tras muchos años de darle vueltas, y gozarlo y realizarlo en la imaginación, y empujado, como en todas las cosas, por la confluencia de una serie de circunstancias que no viene al caso detallar, me decidí proponer a C. el emprenderlo.

Eso sí, a mi manera, porque uno debe asumir lo que es y sus circunstancias, y no hay por que esconderlo, e incluso en ocasiones hay que reivindicarlo. Así que con todo el respeto a alguna de las circunstancias antes citadas, cuando la realidad impone que uno es un pequeño burgués, urbanita y debilucho, y ya no está en edad ni condición de echarse a los caminos con unos cuantos kilos a la espalda, soportando frio, lluvia y kilómetros, hay que diseñar las condiciones del viaje salvaguardando unas ciertas condiciones de confort.



Así pues, a la hora de escoger la ruta en vez de decantarnos por el Camino Primitivo o Asturiano, el Camino del Norte, el Camino Francés, el Camino Portugués o la Ruta de la Plata, decidimos escoger la Ruta de los Paradores Nacionales, eso sí, también a nuestra manera, puesto que ni en Somport ni en Roncesvalles existe establecimiento de esta estupenda cadena hotelera.

El más relacionado con ambas entradas clásicas era el Parador de Bielsa, lo que además nos permitiría conocer enclaves estupendos del Pirineo oscense. Así que, tras un accidentado viaje, cuyos detalles nada aportarían en lo sustancial, allí comenzó nuestro periplo.

De tan maravillosa región me quedan en el recuerdo muchas cosas que resumo en dos: la belleza del paisaje y la grandeza de su historia, lo que es lo mismo que decir de sus gentes, pues es el pueblo quien al final, aunque sea de forma anónima y empéñese quien se empeñe, acaba tejiendo la historia.


El Parador está enclavado en el municipio de Bielsa, que pertenece a la comarca de El Sobrarbe, cuya referencia jurisdiccional y sociológica es Jaca, a la que muchos denominan, para mejor,  la capital del El Viejo Aragón.

La página web de este precioso municipio, http://www.bielsa.com/ , señala su origen hacia los siglos X-XI, con el establecimiento de poblaciones estables en esta zona del Pirineo, dada su estratégica situación, con posteriores avatares hasta que el el siglo XV el rey Alfonso V les concedió muy interesantes privilegios.

Otras mentes más calenturientas, pero también más poéticas, se introducen en el mundo de la leyenda, y citan a Túbal como primer poblador de estos lares. Como el océano de la leyenda es proceloso, muy diversos piélagos podemos encontrar en el mismo, y por tanto también varias son las versiones sobre la vida y milagros del tal Túbal. Según algunas, http://articulos.altoaragon.org/ , sería nieto de Noé, y tras el Diluvio Universal vino a Iberia, donde hizo diversas fundaciones, entre ellas la ciudad de Zaragoza.

Para otros, este nieto de Noé será el que aportó el idioma (euskera), la ley (fuero) y la religión (monoteísmo precristiano), y contribuyó a legitimar ideológicamente la defensa del sistema foral en el seno de la monarquía Hispánica hasta el siglo XVIII, siendo por tanto el patriarca de los vascos, auque en otra versión tal papel se le asigna a Aitor.

Pués bien, tenía Túbal una hija bellísima, Pirene, sobre la que el maligno Gerión tenía pérfidas y libidinosas intenciones, por lo que hubo de esconderse en estos parajes a los que daría nombre. Lo que después pasó es un largo relato, que excede los límites de esta entrada, pero que implicó hasta al mismísimo Hércules, en uno de sus doce muy esforzados trabajos.


En cualquier caso, para quien esté interesado en aproximarse a la historia de Aragón desde un punto de vista de amateur y de una forma sumamamente amena, le recomiendo el libro titulado Historia contada de Aragón, de José Luis Corral Lafuente, publicada en editorial Leyre.

A resguardo de las inclemencias del tiempo y confortados por la buena lectura y el calor humano del  estupendo y eficiente personal del Parador de Bielsa, continuamos con nuestro viaje, que iremos compartiendo en próximas entradas.