jueves, 19 de noviembre de 2020

Pola Seca (VII): Carta a un amigo

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Cuando subía hacia mi habitación lo hacía convencido de que después de tan agradable y sosegada tertulia, y ayudado por el sopor digestivo de las buenas viandas y los efluvios de los licores con que nos había regalado Ramón, dormiría plácidamente sin ninguna dificultad.

Así, al llegar cerré las cortinas, que tamizando la luz del amanecer aportaban una sensación de frescor invitando aún más al reposo.

Con esta idea me tumbé en la cama que esperaba acogedora e incitadora al sueño. Pero no fue así. Las últimas palabras de Ramón retumbaban en mi cabeza, sin que pudiera apartarlas de mí. Daba vueltas y vueltas, cada vez más intranquilo, hasta que decidí que no me quedaba más solución que levantarme y tomar una determinación.

Así lo hice, y el resultado es la siguiente carta:

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Querido Paco:

Posiblemente te habrá extrañado mi ausencia en estos últimos tiempos.

Yo sí que echo de menos nuestros habituales y largos paseos en los que hablábamos sobre todo lo divino y lo humano, en el sentido literal de los términos, y que solían acabar ante una copa de buen vino al mediodía.

Alguna vez eran dos, ¡o tres!, las copas, y eso añadido a lo escabroso de alguno de los temas hacia que se nos calentase la lengua. Entonces el tono del intercambio de nuestras diferencias se elevaba más de lo habitual.

Te acuerdas cuando en 2005, por una anécdota que me contaste de un viaje tuyo a Suiza, pronosticamos la crisis económica de 2008, y yo lo atribuí de modo vehemente a la política neoliberal que en la práctica realizaba Zapaterodespués que este, a mi modo de entender demagógicamente, manifestase que la economía española gozaba de gran salud y no corría ningún riesgo, y tú lo defendías encendidamente diciendo que en toda Europa se hacía de la misma manera, y no le quedaba ningún margen de maniobra?

O de aquella otra vez que yo ponía de manifiesto mi opinión sobre los desaciertos, y otros sombras, de determinado presidente autonómico muy afín a tí en lo ideológico y lo personal?

Nuestra vehemencia y tono de voz hacía que otros parroquianos nos mirasen con cierta preocupación. Pero ellos no sabían de la confianza que nos daba nuestra sincera amistad, que podía con todo, y el sofocón no dudaría más que hasta el día siguiente volviésemos al paseo y al vino.

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En nuestro mundo la amistad lo podía todo. Creíamos que eran buenos tiempos, vivíamos en una burbuja pensando que era el mejor de los mundos. Parece que fue ayer, y la verdad es que tampoco ha pasado tanto tiempo. Sin embargo, la realidad, tozuda como es siempre, se impuso, y efectivamente más grande fue la caída. 

Así que ahora todo es distinto. Primero la tremenda crisis económica, y quizás porque no aprendimos nada con ella, ahora tenemos esta terrible pandemia, en la que un “bichito” ¡50 billones de veces! más pequeño que una simple gota de agua pone en peligro a toda nuestra orgullosa humanidad, con todo su armamento tecnológico. Aprenderemos?. Tendremos que soportar posteriores y nuevas convulsiones?. Qué fin tendrá toda esta deriva?

Alguna vez alguien se detendrá a analizar las causas de la causa?. Alguien se preguntará que papel juega en todo esto esa globalización de la que estábamos tan orgullosos, o el cambio climático que algunos con interesada desfachatez se niegan a aceptar?. O como repercute la injusta desigualdad, raíz de fondo de la mayoría de los males de nuestra especie?.

A todo esto, otra de las cabezas de la Hidra exhala el ponzoñoso aliento de la crispación. Todos nos erigimos en los únicos conocedores de las conspiraciones y contubernios que esconde la pandemia así como de los estrepitosos y malintencionados engaños y errores de la autoridad de turno, y los vomitamos desde las redes sociales, sin el más mínimo reparo, sobre nuestros semejantes, caiga quien caiga y sin importar ni la verdad, a la que se falta con horrible normalidad, ni la ciencia ni el respeto a la convivencia. 

Ahora, eso sí, que nadie ose pedirme responsabilidad ni colaboración en la búsqueda de soluciones. Eso corresponde a otros, que “pa” eso pago (?) mis impuestos.

Se discute destilando rencor y desprecio, hoy pedimos una cosa y mañana la contraria, siempre utilizándolo todo como arma arrojadiza para los que consideramos nuestros enemigosy manteniendo odio perpetuo.

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Estoy seguro que no soy de ese mundo, no sé si por edad, por falta de empuje competitivo o simplemente porque el mundo no es justo ni solidario. El caso es que no me gusta.

La fortuna, el destino, el espíritu, o lo que sea, ha hecho que de forma inexplicable, como tantas otras cosas de la vida, haya aparecido en otro mundo donde se difuminan hasta desaparecer el espacio y el tiempo, mi querida Pola Seca, donde reina el sosiego, el intercambio de opiniones e ideas con el único afán de enriquecerse mentalmente de modo mutuo, la fraternidad y la libertad. 

Así que poco importan algunos pequeños desajustes en la cronología o en el uso del sistema métrico decimalPor todo ello, al contestar al planteamiento de Ramón diciéndole que me quedo, que rechazo la utilización del transporte que está pronto a llegar, implícitamente me exilio mentalmente y solicito carta de ciudadanía en este paraíso.

Como amigo que mucho te aprecia, te propongo que consideres seguir el mismo camino, si es que no lo has decidido ya.

Recibe un muy fuerte abrazo, y el deseo de que seas lo más feliz posible.

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Al acabar estas líneas sentí una gran sensación de paz y plenitud, estando seguro que tomaba la decisión más acertada de mi existencia, sensación que se acrecentó al entregarle el sobre con la carta a Ramón, con el ruego de que se la hiciese llegar a mi amigo.

Desde entonces aquí estoy, compartiendo la felicidad con Carmina, con Adela, con Esteban y con Ramón, nuestro ángel de la guarda, que sigue tratándonos a cuerpo de rey.

Me acontecerán nuevas aventuras como las narradas?. Quién sabe!. Si así fuera, mis pacientes lectores serían los primeros en enterarse.

FIN

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