viernes, 30 de septiembre de 2022

Un mes, un libro (IX): Ignacio de Loyola, nunca solo

Es una obviedad señalar que son muchos los motivos que nos pueden llevar a la lectura, más no por ello dejaré de señalar tres:

En primer lugar el mero placer estético de disfrutar de algo bello y bien ejecutado. En segundo lugar el interés en el conocimiento, bien sea de nuevos personajes, pensamientos, espacios o épocas, y en tercer lugar la reflexión, tanto a favor como en contra, sobre ideologías o creencias. En ocasiones las tres motivaciones pueden ir unidas, como es el caso del libro al que en esta ocasión me refiero. Aunque también en ocasiones las dos últimas limitan mucho el marco del interés, reduciéndolo solo a lectores específicamente interesados.

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En este caso se trata de la biografía de una figura cuya indudable transcendencia  se prolonga hasta nuestros días y de forma muy activa. Obra sólidamente construida en lo histórico, aunque echamos de menos una lista de referencias bibliográficas, ausencia que está justificada en el Epílogo agradecido. Quinientos años después por una suerte de modestia intelectual y compensada por la relación de siete obras básicas importantes, incluida la Autobiografía del santo.

El relato nos muestra un personaje que, siempre desde el entusiasmo y el idealismo, va evolucionando en su mundo sicológico interior, con giros muchas veces insospechados y sorprendentes, y que evidentemente puede ser analizado positiva o negativamente desde muy variados ángulos.

Pero el autor, como comenta en el citado Epílogo, no se limita a realizar un relato histórico al uso, sino que con la libertad que le confiere su condición de creador trasciende este plano para añadir otro de reflexión de espiritualidad, pienso que muchas veces imaginado desde su posición personal en la que comparte tal espiritualidad. Ello permite, a quien le interese, utilizar también la obra a modo de ensayo, y por tanto como instrumento de meditación.

Todo esto con gran elegancia en el lenguaje y precisión en la estructura interna y en el ritmo del relato, no en vano este jesuita ovetense, José Mª Rodríguez Olaizola, es un gran comunicador con intensa presencia en los canales clásicos y en las redes sociales, y con no menos de diecinueve títulos publicados.

En resumen, recomendable como buena literatura para quien de alguna manera le pueda interesar el tema.

Versión 2