jueves, 3 de noviembre de 2022

Un mes, un libro (X, con un poco de retraso): Personas decentes

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—Esa obra no me queda -me comentó mi librero- se agotó nada más llegar. El autor tiene una legión de seguidores incondicionales que están al tanto de sus publicaciones y las consumen en un tiempo record. ¿Sabía usted -continuó- que dentro del denominado boom latinoamericano es el segundo autor más vendido, solo por detrás de García Márquez?

Como habrá adivinado el avisado lector, el librero se estaba refiriendo a la reciente publicación de Leonardo Padura titulada Personas decentes.

—Pues no, desconocía ese dato. Es más, dada mi enciclopédica ignorancia desconozco también las publicaciones del autor, falta que pretendía subsanar, al menos en parte, con la citada obra, que por lo que leí sobre ella se trata de una novela negra protagonizada por un personaje ya clásico en su producción, el detective Mario Conde.

—Pero no se preocupe, si usted quiere la solicito nuevamente y en pocos días la tiene aquí -me respondió.

—¿Usted la leyó? ¿Qué tal es? -inquirí.

Mi amigo librero me miró, hizo un gesto inescrutable y en tono quedo manifestó:

—Bueno…, para un día de playa… -y rápidamente corrigió- pero no me haga mucho caso, que en esto de la lectura cada uno tenemos nuestros gustos. A mí es que la novela negra no me hace mucho tilín, prefiero otros géneros. Aunque no cabe duda de que tiene buena prosa. En fin, usted decide, sin compromiso.

Como quiera que a mí sí me gusta la novela negra y se daba la circunstancia anecdótica de que al poco pensaba marcharme a pasar unos días de descanso a orillas del Mediterráneo, no lo dudé un instante y encargué el libro que, efectivamente, a las setenta y dos horas tenía en mis manos.

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Como era de esperar me encontré con una novela negra que en realidad eran dos novelas negras, pues el autor, en una estructura inteligentemente diseñada, entreteje dos sucesos, uno que coloca en tiempos actuales y otro un siglo antes, perfectamente coordinados, lo que aumenta muy sabiamente el ritmo del escrito al tiempo que le aporta gran amenidad. Con ello además cumple con los criterios de la buena literatura negra, creando una intriga que hace que en muchas ocasiones sea difícil dejar que el libro repose y ceda el paso a otras actividades.

También era esperable, y afortunadamente también sucedió, que encontrara una prosa brillante, culta, detallada y muy ingeniosa. No podía ser de otra manera en este autor, pero siempre es de agradecer.

Se acompaña además de un análisis sicológico muy fino de los personajes, entre los que hay esas personas decentes a las que hace referencia el título, cuya vida es un ejemplo de heroísmo cotidiano, y auténticos indeseables capaces de las mayores canalladas con tal de satisfacer sus más bajas pasiones.

Con ese retablo el autor dibuja una descarnada crítica social de su país a lo largo de su historia y en el tiempo presente, e incluso mostrando una cierta desesperanza para el futuro. Si bien son por todos conocidas las difíciles circunstancias narradas de ese bello país y sus habitantes, sinceramente pienso que en este aspecto el autor sobreactua llevado de sus innegables dotes literarias, y sin que ese sea el motivo del libro acaba convirtiéndose en redundante.

En resumen: libro que se va a leer con facilidad por placer estético, en muchas ocasiones esbozando una sonrisa, y arrastrados inevitablemente por su intriga. Tenía razón mi amigo librero: para un día de playa, a lo que yo añado una salvedad: si es que a usted, amable lector, le gusta la novela negra.

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