Cual influencer o instagramer que se precie me comunicas a través de las sofisticadas y modernas redes sociales que me dejas, me abandonas.
No podré decir que lo lamento o que fue bonito mientras duró, pero sí he de admitir que me enseñaste bastantes cosas. En primer lugar fuiste muy benevolente conmigo, mucho más que con otros miles de personas, y me trataste con mucha levedad. Aunque eso sí, insististe en recordarme una vez más el significado de la vulnerabilidad (…quia pulvis es…), las ventajas del conocimiento científico, y sobre todo el privilegio de las vacunas y de nuestro sistema sanitario.
También es cierto que compartimos bastantes momentos muy agradables y relajantes: el placer de la lectura, la escritura, audiciones musicales, relajadas siestas y hasta prácticas pianísticas. Cosas todas ellas de las que disfruté, y te lo agradezco.
Supongo que esto es la vida, una extraña mezcla de eclipses y luminosidades.
Permanecerás en mi recuerdo, pero, sinceramente, no creo necesario que volvamos a encontrarnos, aunque no lo puedo descartar, a la luz de ese conocimiento científico que me fuiste enseñando. Por eso, de momento, te digo adiós y te doy un like.
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