domingo, 22 de mayo de 2022

Mirando al bosque: real(e)dades.

-¿En qué piensas? -me preguntó mi acompañante al observarme ensimismado y aún más, al punto que ni prestaba atención a la copa de exquisito vino blanco que había pedido.

-Pues mira -respondí -por más que lo intento no puedo quitarme de la cabeza la repulsa que me produce la actitud de ese personaje que denominan emérito, y que a mi modo de ver de meritorio no tiene nada, y su desfachatez presentándose aquí como se presenta.

-¿Y por qué ese enojo? Por mal que te pese el personaje es un ciudadano español y no tiene ninguna cuenta pendiente con la justicia, así que está en su derecho a venir y pasear libremente por el país.

-Bueno, bueno…abría mucho que matizar. Que es ciudadano español, legalmente, sí. Pero los derechos y los deberes tendrían que ir siempre de la mano, y en este caso por los cargos que ocupa y las prebendas que ellos le aportan debería estar obligado cívicamente a guardar una serie de actitudes ejemplarizantes que están muy lejanas a las que practica.

>>No solo así él mismo lo reivindicaba en muchos de sus mensajes navideños en los que incluso se permitía dar lecciones de moralidad (ahí están las hemerotecas) sino que incluso por alguna de ellas llegó a pedir perdón y asegurar públicamente que no volvería a suceder. Pero volvió a suceder, y con hechos incluso más escandalosos.

>>En cuanto a las cuentas con la justicia, desgraciadamente todos bien sabemos que el derecho procesal obra milagros al no juzgar el fondo de las cuestiones sino la adecuación de las formas. En cualquier caso además de los juicios que se ventilan en los tribunales, en las sociedades democráticas deberían darse los enjuiciamientos cívicos y políticos.

>>Al respecto, en el caso que nos ocupa hasta la Fiscalía General en su informe de archivo de la causa admite la existencia de sólidos indicios de delito, pero que son difíciles de juzgar por la prescripción de los mismos y por la inviolabilidad del sujeto implicado. Es decir, que no se puede asegurar que no haya cometido delitos sino que se escapa por las rendijas del procedimiento. Y no olvidemos que aún tiene alguno abierto en el Reino Unido donde la inviolabilidad no le serviría.

>>En todo caso, el que un sujeto que vive a cuerpo de rey (lo de la esencia y el merecimiento de ello es otra historia) a expensas en gran parte de dinero público venga a un país donde existen altos niveles de necesidad y pobreza (y no me llames demagogo, es una realidad verificable, y también sé que la responsabilidad no es únicamente de él sino de otras muchas personas e instituciones), te decía, venga en medio de un operativo ostentoso y carísimo a reunirse con sus amigotes para charlas de barcos y regatas, me parece simplemente repulsivo y un insulto intolerable a los millones de conciudadanos que están buscando trabajo (no era un derecho constitucional?) o levantándose muy temprano todas la mañanas para encontrarlo en formas miserables. Todo ello me retrotrae a dieciochescos pasajes fernandinos y aquello de vivan las caenas.

Mi acompañante callaba, no sé si porque asentía o por no discutir. En todo caso yo, que ya estaba embalado, continué:

-Y por cierto, todos los padres también se equivocan a veces, y los de la Patria tienen el mismo derecho, y creo que lo hicieron cuando allá en Gredos redactaron el artículo 56.3, entre otros muchos, y con él sentaron el obsoleto y ridículamente anacrónico concepto de la inviolabilidad del rey. Por eso creo que cuando nuestra desorientada clase política se decidan a repensar sus ideología, la posmodernidad y las consecuencias de la sociedad líquida, si es que les da tiempo antes de caer definitivamente en las garras de los populismos que en estos tiempos son, harían bien en corregir esta anomalía, junto con otras muchas.

>>En fin, aún recuerdo aquel panfletario discurso navideño de 2011 cuando el personaje que nos ocupa, con engolada grandilocuencia, aseguraba que la justicia es igual para todos. Una vez más se cumple el sabio adagio popular que dice que unos son más iguales que otros.

Y dicho esto, con sensación de satisfacción me centré en el antes citado exquisito vino blanco, cuyos aromas y sabores aumentaron aún mucho más esa satisfacción.

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