jueves, 24 de noviembre de 2011

DIE ZAUBERFLÖTE

He decidido comenzar una campaña de optimismo. No estoy dispuesto a salir cada mañana de la ducha con una taquicardia de 2.500 pulsaciones por minuto y una total ausencia de aire, es decir en pelno ataque de pánico, con la angustia en niveles máximos, por haber oido en el transistor del cuarto de baño las noticias económicas del día.

Mi profesión me enseñó, entre otras muchísimas cosas, que en toda patología inciden factores que son modificables y factores que no son modificables. Así, respecto del riesgo cardiovascular, yo no puedo hacer nada por modificar mi genética, y pero sí puedo decidir si fumo o no fumo. Y se da la circunstancia que en el ámbito de la salud física ya institivamente sabemos desentendernos de los factores no modificables.

¿Por qué no hacemos esto también en las otras esferas de nuestra vida?. El humor de la egoista Merckel o la maldad de los especuladores es algo que para mí es inmodificable, por eso voy a obviarlo y dedicarme a potenciar aquellas cosas que me permitan gozar de la vida, la poca o mucha que me quede, y sobre las que sí pueda actuar. Ejemplos: diálogos con mis seres queridos (además tengo la suerte de que son muy inteligentes), intercambio de afecto, paseo sosegado, disfrute de la música o de la pintura, así hasta muchos, y muchos más que procuraré buscar y entrenar.

Así la flauta mágica que transformará mi entorno, mi die zauberflöte, será la actitud. Los malvados, los sanguinarios especuladores podrán aumentar la prima de riesgo, podrán esquilmar los derechos sociales, pero jamás, jamás, jamás podrán lesionar ni mi dignidad ni mi alegría de disfrutar de lo poco o mucho que la vida me regale. ¡Qué le den tila a la Merckel y a los Botines de turno!

Ahora, ojo, los optimistas somos optimistas, pero no gilipollas (y perdón por la expresión, vulgar pero admitida por el D.R.A.E.), por lo que no renuncio al análisis de las causas y las consecuencias de su maldad y de como pueden ser contrarrestadas, e incluso de contribuir a contrarrestarlas.

Pero mientras tal utopía llega, no perderé mi tiempo, que queda poco y es muy valioso, porque además tanto la angustia como el optimismo son contagiosos.

Así que queda inaugurada mi campaña de optimismo, y ¡a seguir entrenando!

P.D.: Mi reconocimiento a una admirada amiga que ya hace tiempo que mantiene tal actitud y la fomenta en Facebook, y por cierto, parece que el Sr. Punset (como decía mi amigo, "que tio más listo que piensa igual que yo") va a publicar en breve un libro que lleva por título "Hay motivos para el optimiso"

domingo, 20 de noviembre de 2011

LAS MAÑANAS DEL MUSEO

En esta mañana apacible, tibia y soleada del otoño ovetense continuamos disfrutando de las visitas guiadas, y bien guiadas, a dos obras de nuestro Museo de Bellas Artes de Asturias.

En esta ocasión los objetos de disfrute eran esculturas, y en este caso, dos obras del siglo XX.

En primer lugar, una de Amador: Tetraktys vertical, ondulante y ascendente.



Amador (Rodríguez Menéndez), aunque nacido en Ceuta, decía sentirse asturiano "porque quiero serlo y porque lo eran mis padres, mis abuelos y todos mis antecesores".  Comienza a trabajar con la escultura en 1958, y aunque atraviesa diversas etapas, lo hace siempre en ámbitos muy conceptuales y de profunda investigación matemática, pero a la par, de gran belleza formal y con un trato del material que podíamos denominar de delicado.

Todo eso se expresa en la pieza reseñada, que además de contener toda la sabiduría pitagórico-numérica que la sustenta, realizada en mármol negro, a la que le confiere sensación de ligereza y movimiento, y que acaba invitando a la caricia.

El siguiente autor, lo mismo que el anterior se consideraba y era considerado asturiano, aunque había nacido en Madrid, en 1934. Hablamos de José María Navascués. De comienzos autodidactas, fue pintor, pero fue con la escultura, que estructuraba en series, cuando alcanza su mayor madurez artística, siendo la madera, a la que daba minuciosos y complejos tratamientos, uno de sus materiales preferidos.


Esta obra la realizó en 1975, en madera encerada en negro, en la que define envolturas corporales, de carácter anatómico, con las que se puede interactuar, colocándoselas y dotándolas de un carácter perturbador.

domingo, 13 de noviembre de 2011

UNA ESTUPENDA INICIATIVA

Desde hace un tiempo, el Museo de Bellas Artes de Asturias desarrolla una estupenda iniciativa. Todos los domingos, previa inscripción gratuita y de 12,30 a 13,15 horas realiza una visita guiada a dos de los cuadros de su estupenda colección permanente.

En el caso de hoy son los que muestro a continuación, que aunque de diferentes estilos pictóricos están unidos por la temática común de costumbrismo asturiano, uno de finales del XIX y otros del primer tercio del XX.


Este primero, titulado "Filandón", pertenece a un pintor, Luis Álvarez Catalá, que aunque nacido en Madrid, tenía sus orígenes familiares en Monasterio de Hermo, pueblecito de Cangas de Narcea, del que se sentía natural. Llegaría a ser Director del Museo del Prado.

El cuadro, óleo sobre tabla, de pequeño formato, revive sin embargo con excelente técnica figurativa, una tradición que, aunque de forma minoritaria, aún se conserva en algunos casos, y que tenía un relevante papel socializador en la comunidad. Por ello también, tan realista pintura alcanza un gran valor etnogáfico.

En un grácil salto de 50 años que solo el arte nos permite, llegamos al siguiente cuadro:



En este caso, en un formato mayor, y sobre tela, uno de los hitos de la pintura asturiana, el gijonés Nicanor Piñole nos muestra una no menos significativa imagen de nuestra tierra, "Recogiendo la manzana".

En este caso el realismo es sustituido por la adaptación del impresionismo, lo que muestra un colorido y luminosidad que puede sorprender a quien solo imaginan bruma y lluvia cuando piensan en el norte.

Así pues, excelente actividad, que realmente crea cultura, de lo que tan necesitados estamos. Y además es de señalar que la guía de la misma alcanza un más que muy notable nivel en su exposición, lo cual también es muy de agradecer.